25 junio 2008

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Imaginé un mundo de humanos apilados en las estanterías del supermercado a la espera de ver pasar su nuca por el lector de códigos de barras. Humanos apilados por orden de necesidad suspirando por el aire que racionan los sensores de las puertas automáticas.

Imaginé humanos plastificados con destino a ninguna parte, humanos deportados al rincón de las eternas oportunidades, humanos contra humanos luchando por unas manos en las que caiga su suerte, humanos abandonados al margen de la luz.

Resultó tan familiar el mundo imaginado que desde entonces no he parado de buscar dónde esconde mi piel ese código de barras tatuado.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

yo creo que no tienes porque afortunadamente no lo necesitas

besets xiqueta

Dani dijo...

Ups, que últimos posts, cuerpos sin alma y con códigos de barras. Me temo que necesitas un rayo de sol urgente.

;)

Besos codificados

Aloia dijo...

Hóichi; gracias bonic, entonces dejaré de buscarlo...biquiños!

pow; sí, se nota verdad??es que aquí lorencito se hace de rogar...y una después de más de seis meses en penumbra...vamos, que una no es de hierro, necesito fotosíntesis ya!!!
Besotes en busca de descodificador!

M dijo...

al caso viene (o va)

recomendación literaria:

"Bajo la Piel" Michel Faber
(editado por Anagrama)

Pilar M Clares dijo...

Qué buena idea, como las huellas, que me encantan!!!!

Aloia dijo...

m; me apunto la recomendación, y gracias por ella!

pilar; me gustan muchísimo más las huellas Pilar, pero es que muchísimo más..sobretodo las de la piel...jajajajjajaja!Mil biquiños!