06 febrero 2008

Capítulo final




Quién
dirige
quién
moldea
el
barro
y
el
agua
de
una
esencia.


Qué
alma
qué
mirada
moldea
y
dirige
la
voluntad
de
una
traición.


En
qué
oscuro
lugar
se
esconde
y
gesta
la
doble
intención
oculta.


Quizás
no
es
sueño
y

consciente
en
su
doble
sonrisa
traicionada.


Puede
que
incluso
voraz
en
su
única
palabra
repetida
no
callada.


Allí
en
la
comisura
de
la
palabra
recortada
y
el
verbo
dirigido.


Donde
no
hay
espacio
ni
luz
para
quien
descubre
la
dualidad
perversa.


Sangre
de
un
solo
colmillo.
Hueso
de
dos
aristas
en
equivocado
equilibrio.


Hola
de
nadie
y
adiós
de
aquel
ue
discierne
luz
de
luces.


Fin
por
siempre
de
un
principio
infinito
y
constante
sin
límite
hallado.


Interrupción
interrumpida
por
un
pasado
hipotecado
en
falsas
apariencias
de
disfraz
ilimitado.


Hambre
de
dolor
gratuito
de
aparente
verdad
tras
una
mano
amputada.


Coartada
por
lo
público
de
un
solo
gesto.
Infectada
de
falsa
intimidad.


Sin
fronteras
ni
obstáculo
sigue
su
marcha
el
carrillón
de
cínico
estruendo.


Imperativo
de
poder.
Subjuntivo
de
cómplices.
Indicativo
de
impostores
sin
tregua
final.


Poder
no
es
aparentemente
vencer
sobre
aquel
que
otorga
el
espacio
callado.


Hablar
no
significa
implorar
un
espacio
en
quien
prostituye
el
valor
real.


Sonreir
no
es
más
que
en
estos
casos
callar
por
no
compartir.


Fugas
de
dignidad
en
lucha
contra
el
parche
invisible
de
lo
disimulado.


Bodas
bautizos
y
operetas
de
un
acto
final
anunciado.
Todavía
no
estrenado.

5 comentarios:

M dijo...

Me estremecen tus palabras como aire frio. Estan inpregnadas de una tristeza tan honda.

Sigo sin saber muy bien que pensar.

DANI dijo...

"Peazo" post Aloia!!! aunque creo que en cada lectura, encuentro un nuevo recoveco que me habia pasado despercibido.

Insistiré a ver si veo nuevos significados.

Besos

Pilar M Clares dijo...

Muy difícil añadir algo. Me gusta la rayuela de estas palabras. Muchos besicos

M dijo...

Las sílabas se arrastran como los sonidos del piano.

Me estremeces.

Raquel dijo...

La vida no deja de ser epectáculo. Nunca sabré quién lo dirige, pero me gusta participar en él.