02 marzo 2007

Marchando una de sonrisas!



(...y surge una canción de la nada, del olvido...y sin saber por qué, te hace sonreir...)

Hoy ha sido uno de esos días en los que te levantas recordando las palabras del hombre del tiempo: "Un nuevo sistema frontal se acerca a Galicia. Los cielos estarán muy nublados con precipitaciones débiles, las temperaturas mínimas experimentarán un ligero ascenso. Los vientos soplarán por el noroeste. En el resto de la península cielos despejados..."Menuda novedad, piensas; la de minutos de parrilla que se ahorrarían sólo con decir: "nos remitimos a lo dicho ayer, y antes de ayer y antes de antes de ayer..." Ropa a prueba de agua, quinto paragüas a estrenar en lo que llevamos de estación y preparada para surcar las calles, será uno de estos días en los que dudas de si se lucha contra los elementos o contra uno mismo.

Sales, cierras la puerta, empiezas a caminar y tú, que odias setirte marinero en tierra, no sientes la necesidad de izar vela, decides sin saber muy bien cómo ni por qué aprovechar la estela del resto. Caminas sintiéndote amparada por el único hueco que han dejado las nubes y una sonrisa repentina conquista tu boca. Ha aparecido sin motivo aparente, así que evitas preguntar y te enchufas lo que hoy pude ser banda sonora y el resto del año barrera de sonidos. Tú, que a menudo evitas la mirada del que se cruza, tú, que a menudo concentras todo tu esfuerzo en llegar a destino en el menor tiempo posible sin perder detalle del suelo; tú, hoy, te sientes diferente y un hilo infinito imaginario ha traspasado las fibras de tu paragüas manteniendo constante la máxima distancia posible entre tu cabeza y tus pies. Mientras todo esto sucede tu sonrisa más allá de desdibujarse parece haber invadido todo tu rostro.

Y avanzas. Avanzas sintiéndote consciente de tu rutina y no eslabón de lo cotidiano. Empieza el espectáculo. Descubres el cartel de ese curso de guión que siempre soñaste poder hacer, unos pasos a la derecha una tienda que tiene muy buena pinta, dos hacia delante un niño que camina orgulloso con una cometa en la mano. A la izquierda dos ancianos dándose un beso y justo cuando te giras, en tus narices, el cartel del concierto por el que llevas esperando tanto tiempo.

Primera parada. Te abrazas al semáforo y sientes que un tímido impulso que cosquillea en tu rodilla empieza a conquistar todo tu cuerpo hasta que te das cuenta, bajo la mirada del que espera contigo en dirección opuesta, de que estás bailando. Lejos de avergonzarte, le sonríes abiertamente. Lejos de ignorarte, incrédulo, poseído, te responde con otra. Y te sientes feliz, inmensa por habérsela arrancado. Quieres más. Verde y viento en popa a toda vela. Te sientes ligera y pareces caminar acunada por los impulsos del viento que empuja tus pies. Y saludas. Saludas a todo el mundo con tu nueva sonrisa. Muchos no ven más allá de sí mismos, otros te confunden con el asfalto...pero te guardas en el bolsillo todas las correspondidas: las espontáneas, las que se sintieron obligadas, las despistadas, las desconcertadas, las conciliadoras, las agradecidas...todas, sonrisas.

Porque hoy eres libre, de cadenas, de prejuicios, de complejos; pero existe la más que segura posibilidad de que mañana te olvides o de que el cielo vuelva a pisarte la cabeza y será el momento de abrir la cremallera de ese bolsillo y devolverles la sonrisa regalada.

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