11 enero 2008

Reiko




Por qué Reiko.
No lo sé.
Para qué Reiko.
Creía saberlo.
Quién Reiko.
Quizás yo misma.
Apareció un día, o al menos eso pensaba. Llegó para quedarse y hasta hoy no supe si para siempre.

Vino a buscarme una mala tarde de un mal día de otra mala semana de aquel año. Aquel año...No hubo peguntas, ni siquiera presentaciones. Llegó y se quedó. Y así ha permanecido desde entonces, creciendo a mi lado, sin pretensiones, sin juicios, traduciendo dolor en coherencia, tejiendo un camino...quizás el mío. Nunca ha pedido nada a cambio, jamás; ni siquiera en momentos en los que lejos de arroparla ignoré que era la única voz. Eso es lo que ha sido hasta la fecha, mi voz. Quién Reiko. Quién yo.

Recuerdo que llegó al tiempo que Murakami, tiempo después de su publicación, despachaba los éxitos tardíos de su Tokio Blues. Me sorprendió descubrir que compartíamos el hecho de tener otra voz, la suya también se llamaba Reiko. Lo era todo, sustento de todos, autor y protagonista desde la barrera de lo indistinguible, desde la discreción de quien se sabe autónomo. Saltaron las alarmas. Si dos ya no eran pocas voces aparecía una tercera de mismo nombre que una de las primeras. Una, dos, tres que suman dos o ninguna; temí lo último. Si no era difícil entender que Murakami, japonés, contase con una voz japonesa, no hallé respuesta al hecho de que la mía fuese extracomunitaria. Fue el tiempo quien tomó las riendas de la incertidumbre y discretamente colocó a cada uno con su voz en su sitio. Murakami y su voz se fueron. Sin despedidas.

Ese día decidí asumir su presencia sin condiciones, qué importaba su pasado, para qué especular con su futuro. La única verdad incontestable era su propia presencia; el resto, conjeturas arriesgadas.

Quizás no fue suficiente y ella empezó a dudar, de su sentido, del mío, de su existencia. Y se marchó. Al principio sus ausencias fueron intermitentes, escapadas de ida y vuelta. Finalmente, en noviembre, desapareció. Mentiría si dijera que tuve miedo; no fue así. Su lugar continuaba allí, intacto, en el mismo sitio donde un día había decidido instalar mis propios sueños. Volverá, pensaba, nadie mantiene el calor donde no tiene pensado volver. Casi tres meses más tarde recibí una carta. Faltaba un año para cumplir los treinta. Rasgué el sobre, desdoblé su interior. Empezaba: "Reiko. 34 años. Trabajo en un despacho. Noviembre de 2002".

Reiko existía mucho antes de existir. Hablaba de ella.

De la frustración que le provocaba no poder encontrarse. Relataba que inconforme con su mundo vivía inadaptada, revelada contra la manipulación constante de un sistema que aborrecía. Vivo, decía, en postguerra continua contra mí misma recogiendo los desechos, los míos, de una guerra que no acabo de ganar ni perder.

Hablaba de un bloqueo permanente, el de un amor nuevo que parece llegar a cuentagotas para nunca quedarse. Hablaba de UN LUGAR y de un dolor. De un lugar todavía no encontrado, SU LUGAR. Del dolor temido, el que diseña corazas de indolencia incluso en aquellos que la conocen.

Escribió asustada la sospecha de que nada dependía de ella misma. "Todo me llega predecidido", leí. Explicaba que aún así seguía buscando a la espera de rincones de calma, de esa última pieza que encajaría en el hueco vacío y daría sentido al conjunto. Hablaba de equilibrios, del descontrol, de metas perseguidas en las que no confiaba, de una cadena infinita de soluciones descartadas. Hablaba de caos. ¿Hablaba de ella o hablaba ella por mí de mí?

Y se despedía diciendo que más allá de hoy, creía en el día siguiente a cualquier hoy con la certeza optimista de quien cree que un mal hoy nunca será equivalente a una última palabra.

Puede que Reiko tan solo sea un personaje, una conjetura coincidente, incluso un fantasma. Puede que yo sea Reiko o Reiko yo. Puede que simplemente no exista y seamos producto de tu propia imaginación. Pero ahora sí sé que Reiko existía mucho antes de existir, por eso sólo ahora entiendo que se ha marchado para poder quedarse para siempre. En este rincón. En un lugar, SU lugar, MI LUGAR.

(Gracias a todos los que haceis realidad ese lugar, también vuestro)

6 comentarios:

Vampirilla Silvestre dijo...

No sé en que lugar estaremos dentro de otros 6 años, pero tendremos mucho escrito, quizás menos hablado pero mucho construído. Y de eso se trata, de seguir construyéndonos desde donde sea, un maravilloso lugar en la Conchinchina, una mansión , unas ruinas , una cabaña o a la intemperie en las calles de cualquier ciudad. Da igual, siempre nos quedará nuestra imaginación para reconstruir todo aquello que queramos levantar. La verdad es algo que se escoge, sólo tenemos que movilizarnos e ir a por la que queremos.

DANI dijo...

Reiko es grande y pequeña, y dulce y fuerte pero se cae y de nuevo se levanta dulce. Pero además es alguien abierto a nuevas sensaciones.

Besos.

PD: Respecto a SOLO, te recomiendo (si no los conocias ya) a otros holandeses. JOHAN. Y si me dejas, también te recomiendo www.popmadrid.com

Pilar M Clares dijo...

Me gusta que pienses en ti misma porque lo haces con tu voz y la mía silente cuando te leo. Veo en este lugar en el que te pregunté alguna vez ¿por qué Reiko? lo desvelado, que no hay voz privada si no dice para los demás. Así que pasen mucho, muchos años, seguiremos en la voz de Reiko, que es todas. Tantos besosss

M dijo...

Y que esa voz siga ahí, como algo inextirpable.

Ahora entiendo algunas cosas.

Japón 1946, un niño chapotea entre nenúfares mientras suena un arpa.

Anónimo dijo...

Es un placer niña, de japonés a japonesa

besotes :)

ELPULGARZITO dijo...

A mi me wusta mas tu otro name y es q yo no se chino ni ná?.
A+ me pasa con las abuelas con los niños: con lo bonitos q son los nombres detoda la vida, q ganas de buscar cosas exóticas?
anyway aun loving murakami, prefiero a Jhonn Irving y.....
Llámate como qiueras!!!!