Las horas han dejado de ser horas
para ser desiertos de sabidos
oasis, allá en las vistas lejanas,
que serán encontrarnos.
Los minutos ya no son minutos,
sólo raciones de rutina
por veces grillete de los reos
en permanente estado de espera.
Y los segundos, sólo los segundos
siguen siendo el tictac
de los tiempos, de los tiempos
de esta bomba a punto de explotar.
Y es que los días que siempre fueron días
a sumar en el marcador del tiempo
ya sólo son rayas oblicuas
restando uno a uno...hasta cero.