27 julio 2006

El principio del comienzo...dicen que para abrir una puerta en la vida, antes hay que cerrar las que se dejan entreabiertas en el camino; para que así, y sólo así, el primer paso pueda ser el principio de un nuevo comienzo.

Pasar página no es fácil, decidir poner un punto y a parte en el camino muchas veces implica olvidar...y olvidar duele. Porque el olvidar mata el recuerdo, y si el recuerdo no existe, lo que se deja no vuelve a pasar por nosotros. Dar el paso hacia el precipicio del olvido es despertar de un sueño vacío, un sueño de silencios. Puede que el olvido sea un síntoma de cobardía, pero por qué no interpretarlo como un acto de valentía, se superación...de camimo...

Olvidar es contradictorio. Todo se puede olvidar, pero qué se hace con aquello que ni quiere ni es merecedor de ser olvidado. Si lo dejamos atrás, no recuperamos la memoria de lo vivido, bueno o malo. Y si al contrario, permitimos que el recuerdo nos acompañe, lo haremos siempre solapados a la sombra de un lastre.

No ayuda tampoco para el qué hacer, organizar por tipo o peso los recuerdos. Aquel que describimos como carga, generalmente procede de la frustración del mejor recuerdo vivido, de un desengaño, de una ilusión no germinada en realidad, de un abrazo añorado, de una palabra susurrada pero no articulada...del despertar.Pero al fin y al cabo vivir, llorando o riendo, vivir.

¿Es justo entonces creernos merecedores de decidir la supervivencia o no de nuestros alientos?

Malo es el lastre que frena un paso en firme; aún peor el que favorece un retoroceso. ¿Es bueno entonces aquel que aún existiendo permite el caminar?¿Aquel que existiendo obliga a cubrirnos las espaldas?¿el pasado?¿presente?¿futuro?...Imposible descifrar el tiempo verbal en el que reside el olvido. ¿Acaso existe?

Queremos caminar, a veces el ansia incluso nos lleva al tropiezo de mirar en busca del culpable de la caída.

Olvidar no es perdonar. No perdonar implica imponernos el recuerdo de lo que creemos no querer. Qué es olvidar más que la coraza con la que disfrazar el recuerdo de lo negado. Olvidar no es más que la necesidad enfermiza de recordar. Lo prescindible simplemente se evapora en la memoria; lo imprescindible, lo olvidamos para así recordarlo con más intensidad.Cuánto más intentamos olvidarnos, más fijamos lo vivido en el consciente.

Olvidar no es más que el deseo de no olvidar...

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