Esta vez había un muro de cristal, trincheras de terciopelo y los entrenadores de la dignidad puntuando del 1 al 10.
Esta vez cuatro correas asfixiaban mis pasos en dirección sur.
Esta vez, confié en el viento del sur. No sopló.
Otra vez, tarde, corrí hacia ningún lugar.
Pero el viento del sur seguía sin soplar.
Otra vez, no quise ser.
Por una vez, eché de menos el surco del yugo.
6 comentarios:
A mí me pasó una vez algo parecido. Fue inmediatamente antes de un concierto. Me pareció reconocer unos pies tras un cristal, y levanté la mirada. Cuando llegué a los hombros, ella ya se había vuelto.
Tiempo después, un sms confirmó que no se había tratado de una ilusión óptica: pretendía que disculpase ciertas insguridades. Inseguridades tenemos todos, somos lo que hay entre las que asumimos y las que no, osé escribir en otra respuesta que no envié (me hice cargo del aire aleccionador del mensaje, creo). Yo era un tipo solo en la cola. Cada uno tiene lo que se merece.
Pero siempre hay tiempo para que los hechos dopen la memoria, para ejercer con un simple ladrillo un cariño de verdad. Para escuchar el viento, sople del sur o de donde guste. No en vano, hablamos de "el poderoso aliento del infinito".
La vida asfixia pero no sopla
besotes
Quizás necesitemos la libertad suprema de perder la libertad por algo o alguien, si, creo que sobre todo por alguien.
Y si es del sur, mejor que mejor.
Salud!
Atenta, el viento del sur llega.
Oye, qué buen vídeo, Lole y Manuel, ni más ni menos, y una grabación de años...pufff, me encanta. Besicos
las huidas para vivir o morir
son siempre hacia el sur
Si quieres junto los laibos y soplo a ver si te llega.
Nunca es demasiado tarde.
Yaerahora que volvieras a publicar (aunqe I luv yer comments)
No yugos (better jugos!) y el mejor surco el microsurco 45 rpm con la música que prefieras
xxx
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