...las hostias que me ha dado el mundo".
Tienes razón(m.). No han sido pocas, o sí. Dolorosas, o no. Todas cicatrices al fin y al cabo. Las merecidas, las que enseñan, las que son fruto de la cobardía ( cuántas expectativas y sueños ajenos han querido corromper los míos, cuántos pasos en falso resumidos en marchas atrás, cuánta vergüenza absurda....cuánto, cuánta, cuántos) o viceversa. Abosolutamente todas engendran miedos, todas condicionan el siguiente paso...todos llegamos marcados. Marcados de terror y ansiosos por seguir...direcciones imanadas en sentido opuesto. Y en tierra de nadie, todos...buscando el mismo polo.
Y hoy me declaro intolerante; que me quemen los necios...traspasemos el umbral del dolor. Intolerante, sí!!!
Con la gratuidad del verbo. Basta ya de menospreciar las palabras, su contenido....de su utilización como mero ejercicio de adorno verborreico, con alevosía y nocturnidad. No encadeneis a las rejas de una esperanza, de un mañana a quienes las acarician.
Con la subasta a la baja de sentimientos. Dejad ya de articular lo que ni siquiera entendeis, dejad de apagar las llamas de quienes sí los comparten, de quienes incluso anhelarían los vuestros si los tuvieseis.
Con la destrucción del silencio. Con quienes lo habeis transformado en urticaria; con quienes lo disfrazais con la risa o la mueca malentendida. No profaneis el lenguaje de la timidez de un gesto, de la intimidad de una caricia, el de la sonrisa robada o escondida tras el aroma a café, el de la mirada compartida, mantenida o entrecortada. El de las manos, el cuello....dejad de amordazar el sonido más perfecto.
Ahora ya dudo de mí misma. De si esto es una declaración de principios o la última lista de especies en extinción: verbo, sentir, silencio...
Aún así:
"...un trozo de verdad bastará para salvarme..."
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