Desde que tengo recuerdos se nos impone una vez al año cambiar y desear. Y no es obligatorio, o no debería serlo. Mucho menos, si no se siente lo que se desea o no se cree realmente en la voluntad o la necesidad de dar un giro.
Qué diferente sería todo si el "espíritu" se convirtiese en el deporte nacional, en el café de las 11 o en el pitillito de después de comer. Qué diferente sería creernos con la capacidad de cambiarlo todo día a día, porque sólo ahí reside el cambio; en el compromiso de darle forma poco a poco. Qué diferente sería intentar mirarnos sin tapujos, con concesiones (por qué no) todos los días del año. Qué diferente sería todo si fuésemos capaces de relativizar nuestros vasos de agua e intentar no ser la gota que colme el del resto...
Os deseo sonrisas sinceras, ternura fabricada a base de abrazos, besos que difuminen soledades, caricias cicatrizantes...que se cierren las heridas para dar paso a otras nuevas; porque sólo así esta locura puede continuar. Al fin y al cabo, todos llevamos un loco en nuestro interior. O no?
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