12 febrero 2008

En el malecón




Aquí, otra vez, sin más compañía que un cigarrro.

Retomando rutinas solitarias; que no hay mayor ausencia que la de creerse que es bueno aprender a estarlo. Observando a quien no toma asiento en el malecón de los rostros perdidos e imaginando besos de humo en caladas infinitas, carentes la mayoría incluso del placer de un suspiro real.

Rostros perdidos en el malecón de los cuerpos errantes con dirección autómata en ausencia de camino trazado.

Libros, pentagramas y penitencias repicantes.

Se escapan por las ventanas del ruido los besos y palabras errantes hacia el lugar del que nunca quisieron marcharse, llegando a donde hoy sólo es sala amurallada de interrogatorios.

Colocados por orden aleatorio de prioridades, urgencias indescifrables. Extremidades que disimulan los gestos de una conversación imaginada, la sonrisa difusa de un por qué contestado y la lágrima recogida en el vaso de los cafés dejados a medias o nunca tomados.

Allí está, allí está el malecón de las alas rotas; allí donde quien se levanta lo hace cegado por el rumor de que existen mundos sembrados de manos; donde quien se marcha sabe que volverá.

6 comentarios:

DANI dijo...

En el malecón te esperare pues.

Bello bello.

Besos

M dijo...

Esta vez al leerte, me he dado cuenta de que en temas y estilo te acecas en cierta medida a los temas y al estilo del gran Borges.

Anónimo dijo...

los besos mejores son los robados

besitos salados

Fernando Díaz | elsituacionista dijo...

¿sin más compañia que un cigarro? ¿Y nosotros? ¿Qué no nos cuentas? ;)

Pilar M Clares dijo...

eyyyy, estoy aquíiii
y te deseo:
amor, deseo, pasión, sexo, ternura, amistad y repe, repe a discreción.

(YO también quiero dejar de fumar)
MIl besos, preciosa

Anónimo dijo...

Las odiosas rutinas que componen nuestra vida..

besos!